( Barcelona)
Cuando, a principios del siglo XX, el Ayuntamiento de Barcelona pensó en Montjuïc como lugar para celebrar una Exposición Internacional, inició la compra de terrenos con la finca Laribal. La montaña era entonces un espacio rural, con huertos y plantaciones de trigo, pedreras y muy poca vegetación aparte de la existente en las tradicionales fuentes, algunas de las cuales habían sido arregladas con árboles y otras esculturas. El doctor Laribal, por el contrario, tenía allí casa y jardín que sirvieron para albergar la modélica Escola del Bosc.
El paisajista francés Forestier y su discípulo catalán,
Rubió i Tudurí, trabajaron para ajardinar esta faja de terreno sombría y
vertical entre 1916 y 1922. El 1928, Rubió acondicionó los jardines que rodean
al Teatre Grec, construido por aquellos años en la hondonada dejada por una
pedrera. Se llamaron Jardines Amargós, en homenaje al primer urbanizador de
Montjuïc y están situados en la desembocadura inferior del Parque Laribal.
Resultan muy delicados, después de la contundente presencia de la doble
escalera de acceso.
Hay una pérgola aromatizada por jazmines, una alberca
plantada con paraguas, parterres de flores; todo muy discreto y encantador. El
pabellón lateral sirve de bar-restaurante durante la temporada estival, cuando
el teatro acoge el ciclo de espectáculos al aire libre. La vista sobre la
ciudad es muy atractiva. Por delante, se extiende la plataforma central de los
jardines, distribuidos en parterres regulares, subrayados por árboles poderosos,
entre los que destacan un pico más que centenario, dos cipreses gemelos y un
grupo de fresnos frondosos. Cerca del muro hay un árbol único en Barcelona: un
ejemplar de Erythrina corallodendron,
que florece de forma espectacular con un color rojo intenso.
Laribal, en cambio, es un jardín de espesa vegetación y
arquitectura mínima: placitas, escaleras rústicas, pequeños muros de piedra
entre la sombra de los árboles y arbustos, una pérgola, una antigua rosaleda
desaparecida. Y, sobre todo, el juego del agua, que hoy funciona sólo en parte,
y sigue la vertiente de la montaña entre pequeñas fuentes, saltos de agua,
cascadas y canales. El parque baja desde la Fundación Miró. En el Jardín de las
Esculturas se encuentra el Manelic de
Josep Montserrrat, colocada en 1909 en presencia de Àngel Guimerà. En el que
era el nivel superior del parque. Actualmente esta escultura está acompañada
por piezas contemporáneas.
El anfiteatro que se erige en estos jardines, y que
actualmente les da nombre, fue construido siguiendo el modelo tradicional
griego. Obra del arquitecto Ramon Raventós, esta construcción se realizó
aprovechando la pendiente de la antigua pedrera "Machinet", la cual
había sido explotada mediante la extracción de tierras, ante un inmenso afloramiento
de piedra de gran dureza, en un lugar donde la montaña de Montjuïc comienza a
elevarse.
Accesos
paseo de Santa Madrona, avenida
Miramar, jardines de Laribal, pasaje de Martas
Horario
de las 10.00 h hasta el atardecer
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